27/5/10

115. UN LOBO SUELTO... EN BAÑADEROS (y 2)




Y la 2ª actividad: suban aquí su composición.

¡¡Atención!!
Se recuerda que la tarea debe estar entregada, como máximo, el viernes 28


35 comentarios:

Airam 4ºA dijo...

Cuento de Pinocho con palabras canarias.
El viejo carpintero Gepetto fabricó un muñeco de madera, y le quedo también que que ke puso un nombre: Pinocho.
Pero pronto el muñeco empezó a hablar y a saltar ante el asombro de Gepetto.
Gepetto le compro una mochila y libros, y lo mando al colegio, acompañado de un grillo, que le iba dando consejos. Pero pinocho prefería divertirse en el teatro de títeres, sin escuchar a grillo.
El dueño del teatro quiso quedarse con pinocho, pero el pobre muñeco se emperreto tanto que le dio unas monedas y lo dejó marchar.
De vuelta a casa, se fue con el zorro y el gato, dos astutos ladrones, sin atender a grillo.
Le llevaron al campo de los milagros y le dijeron que si enterraban allí sus monedas se haría muy rico. Pinocho les creyó y se quedó sin monedas. Cuando se dio cuenta del engaño, decidió volver a casa, pero una paloma le dijo que Gepetto había ido buscarle al mar.
En el camino se encontró con muchos niños que se dirigían al país de los juguetes. Al instante olvidó sus promesas y se fue con ellos.
Allí jugó y brinco todo lo que quiso… pero acabó convertido en burro.
Lloro arrepentido hasta que un hada buena se compadeció de él. El hada le devolvió su aspecto, pero le advirtió:
-Cada vez que mientras te crecerá la nariz.
Pinocho y grillo salieron hacia el mar en busca de Gepetto. Allí se toparon con un tiburón gigante, que se los tragó.
¡Qué sorpresa encontrar a Gepetto en el estómago del animal! Gracias a que el tiburón bostezó pudieron escapar. Cuando llegaron a la playa, sanos y salvos, el hada transformó a Pinocho en un niño de carne y hueso. Y desde aquel día, siempre se portó bien.
FIN
Solo pude cambiar una palabra ya que no encotraba otras palabars que pudiera cambiar.

Guacimara dijo...

La composición del cuento tiene que ser nueva. Como ya recordarás, en clase expliqué que podían cambiar totalmente la historia del cuento. Es decir, no tienes que sustituir una por una las palabras que creas convenientes por canarismos, sino que hagas un texto o diálogos nuevos adaptados al habla canaria. Completa el cuento de Caperucita Roja para que te sirva de guía. Reescríbelo y vuelve a alojarlo en el blog.

Guacimara dijo...

Les invito a que consulten estas dos páginas de Internet.

- http://www.canarynet.com/hablares.cfm?letra=ex

- http://www.feluco.com/cpalique/m.php

Aquí podrán encontrar una infinidad de frases y canarismos.
Recuerden que las composiciones deben ser creadas por ustedes, no el mismo cuento sustituyendo palabaras por canarismos.
Ánimo.

Itahisa 4ºA dijo...

Un día de primavera, una guayaba de pata cuidaba sus huevos y pensaba en los chiquitillos que mas tardar en dos días iba a tener. Patos chicos empelechados. A cada momento que alguno alongaba la cabeza, a ella el corazón le daba tumbos. Los patillos chicos chirriaban a coro. La madre al echarles un ojo se dio cuenta que uno de ellos era fleje de bosto y feo.
Al golpito, los patitos crecían y aprendían a fisgonear los matojos de hierba en busca de algo p’a comer, a magullar en el agua y a nadar. Con el tiempo eran más bonitos. El único que era igual que un caboso, muy feo y bosto, era el último que había nacido. Tenía el pescuezo cada vez más larguirucho y seguía poniéndose cada vez más bosto. La madre tenía cierta magua y se preocupaba un montón por él, ya que todo el mundo que lo acechaba lo miraba como si fuera un pibe raro. Le pusieron el mote de Patito feo y hasta los hermanos se botaban echándole el resuello de que era feo.
El pobre pato estaba chungo y se sentía sólo. Lo primero que hizo fue arrancar de allí cuando todos estaban sobando. Se arrejuntó a unos matojos y se largó hasta que, en un rato, echó un vistazo y vio un molino y un guayabo de mujer dando de comer a las gallinas. Él se arrejuntó, con un pisco de chirgo, hacia ellas y como no le dijeron nada se quedó allí. Pero poquito después le pusieron también el mote de Patito feo, pato gordo… Incluso el gallo lo asoraba. Una noche escuchó a uno de los notas del molino diciendo que él estaba demasiado gordinflón y que algún día se lo jincarían en la cena. El pato estaba acojonado y decidió marcharse de allí a toda leche.
Durante todo el invierno estuvo del tingo al tango sin chosa, ni acompañante.
Un día llegó de nuevo la primavera y el pato salió de su escondrijo para dar un voltio. De remplón, vio a unos cuantos cisnes blancos de pescuezo largo. El muchachito se decidió a juntarse con ellos. Los cisnes al mirarlo se privaron y el pato se quedo un pisco asombrado; nunca nadie lo había aceptado desde que lo veía. Todos los cisnes le hicieron coro. No tenía ni puñetera idea de que pasaba hasta que echó un vistazo al agua y vio que era un pivón como los demás. Desde entonces fue feliz y toda su familia lo quizo.

Miriam Montesdeoca;4ºA dijo...

Hubo una vez una guayaba de niña, que no tenía padres, sino una madrastra, una viuda muy guirre con dos hijas a cual más bicho.
Era ella quien siempre hacía los trabajos más duros de la casa y sus vestidos siempre estaban hechos gofio, todos la llamaban Cenicienta. Un día, el Rey de aquel país anunció que iba a hacer un gran bochinche y invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.
-Tu, Cenicienta no vas a ir m’ija- dijo la madrastra- te quedaras en la casa limpiando el piso y preparando la cena para cuando vengamos. Llegó el dia del bochinche, y Cenicienta triste vio irse a sus hermanas hacia el Palacio Real. Cuando estaba sola en la cocina no pudo evitar llorar.- ¿Porqué seré tan desgraciada? – exclamó-.
De repente, se le apareció su Hada Madrina. – No te preocupes, tu también vas a ir al baile, no solo van a ir las bobamierdas esas, pero con una condición, que cuando sean las doce te vengas empinga. Y tocando con la varita mágica la convirtió en una hermosa joven.
La llegada de Cenicienta causó comentarios como “ños agüita” entre otros. Al entrar a la sala de baile, el Rey se quedó tan embobao con su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quien sería esa mujer.
En medio de tanta felicidad, Cenicienta oyo sonar el reloj.- ¡Oh, dios mío! ¡Me tengo que ir! Y empigada bajo la escalera y de lo distraída que iba se le fue el baifo y perdió un zapato, que el rey cogió en la escalera. El Rey, que se había enchochado de la joven, para encontrarla hizo que todas las jóvenes del pueblo se probaran el zapato y a quien le valiera, se casaría con ella.
Al fin llegaron a casa de Cenicienta. A las alpispas de sus hermanastras no les sirvió el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta le estaba perfecto. Y así el Rey y Cenicienta se casaron y vivieron felices para siempre.

Betsaida 4ºB dijo...

LOS PATITOS FEOS
En una hermosa tarde de verano, una pata empollaba y mientras lo hacía pensaba en sus hijos. De pronto se abrieron los cascarones. La pata estaba impaciente y los patitos también, impacientes por salir de aquella cáscara. La madre los miraba con preocupación y tristeza, todos los patos, menos uno, eran raros, gordos y feos. Pasó el tiempo y los patitos crecieron y aprendieron, con ayuda de su madre a buscar gusanos entre las hierbas, nadar y bucear. Pero había un problema, cada día eran más feos, situación que a su madre no le alegraba. Únicamente aquel que nació el último iba cada día más hermoso. Todo el mundo que pasaba los miraban con rareza. El vecindario los empezó a llamar los "patitos feos" y hasta su hermano los despreciaba. Los patitos se sentía desgraciados, sólos y decidieron marcharse. Cuando fueron a dormir, ellos se escondieron entre las hierbas y comenzaron su camino hasta llegar a una hermosa casa y divisar a lo lejos a una muchacha alimentando a su gallinas. Al principio no hubo muestras de desprecio hacia aquellos patos pero con el tiempo empezaron a manifestarse. Los patitos cansados de esta situación emprendieron un nuevo camino hacia un destino desconocido. Caminando, nadando y buceando llegaron a una preciosa llanura en la cual se encontraban muchos cisnes hermosos. Los patitos asombrados decidieron acercarse a ellos. Los cisnes al verlos se contentaron y los rodearon como muestra de aprecio. Los patitos agradecidos empezaron a saltar de alegría. No sabían lo que les estaba pasando y al reflejarse en las hermosas aguas cristalinas, contemplando sus rostros se quedaron atónitos, se habían convertido en preciosos cisnes.
FIN

Guacimara dijo...

Muy bien MIRIAM, has utilizado varios canarismos. Me hubiera gustado que le hubieras dado un giro a la historia, que la hubieses cambiado un poco el argumento, pero está bien.

BETSAIDA: No he encontrado ni un solo canarismo a lo largo de la lectura de tu cuento. He comprobado que has cambiado la historia, cosa que me parece bien, pero el ejercicio consiste en incorporar en el texto palabras canarias. Intenta reescribirlo con estas indicaciones.

Un cordial saludo

Guacimara dijo...

Muy bien ITAHISA. Has incorporado una gran cantidad de palabras y expresiones comunmente utilizadas.

Un cordial saludo

adrianaa!! dijo...

Grupo: Adriana Díaz y Sara Torres.
El lobo, "rascado" y de mala "tiampla", se acercó al río a refrescarse el "totiso" y el gaznate por no tener cerca un "cafetín" para un carajillo, y allí, sentado sobre una piedra, pegó la hebra consigo mismo mientras se comía las uñas hasta las "raspas" y con el pensamiento trataba a Caperucita de "risquera, echona, cocorioco, erizo cachero", trasmallo y no sé cuantos adjetivos a cuál más peyorativo.
El lobo, "frustrado" y de “mal humor", se acercó al río a refrescarse “la nuca" y el gaznate por no tener cerca un "bar" para un carajillo, y allí, sentado sobre una piedra, pegó la hebra consigo mismo mientras se comía las uñas hasta “el final" y con el pensamiento trataba a Caperucita de "finolis, antipática, horrenda, difícil de mirar", trasmallo y no sé cuantos adjetivos a cuál más peyorativo.

Andrea 4A dijo...

El chiquillo de madera


Había una vez un hombre llamado Gepetto, este muchacho se dedicaba a la carpintería. Un día aburrido le surgió una idea, haría un muñeco de madera.
Cuando lo terminó de construir le gustó mucho y le puso el nombre de Pinocho. Era un muñeco de madera que tenía unos calzones encarnados, un pulóver canelo y unas pisa mierda negras.
De pronto Pinocho comenzó a hablar y a saltar, Gepetto asombrado lo miraba.
- Ahora, como tienes vida tendrás que ir al colegio.
Geppeto y el muñeco fueron a comprar una mochila, libros, afilador, lápices de colores... De vuelta a casa, Pinocho quiso ir al parque y Gepetto lo dejó ir solo.
Pinocho al ver el parque se quedó asombrado, el no lo había visitado nunca, solo lo había escuchado por ahí. El muñeco se recorrió el parque de arriba abajo sin dejarse nada atrás, hasta vio los teniques que se encontraban en el suelo.
Pinocho ya cansado de estar con otros chiquillos en el parque se fue a casa. Por el camino se encontró a el zorro y el gato, dos ágiles ladrones. Le llevaron a un barranco.
- Si tiras tu monedas al charco te harás rico, dijo el zorro.
Pinocho creyendo al zorro tiró las monedas al charco y se quedó sin ninguna. Cuando el muñeco se dio cuenta de la mentira, se fue triste a casa. De pronto apareció un hada y le dijo:
- Si quieres convertirte en un niño de verdad, no podrás decir mentiras, sino te crecerá la nariz. Si dices mentiras harás que la gente se sienta triste, como te has sentido tu con la mentira del zorro y el gato.
Cuando llegó a la casa, Gepetto le preguntó al muñeco;
- ¿Dónde has ido después del parque?
El muchacho mintió y le dijo que había estado todo el rato jugando en el parque. Al niño le creció la nariz.
Al día siguiente después de colegio, Pinocho no llegaba a casa, entonces Gepetto decidió ir a buscarlo. El hada le dijo que Pinocho había ido a la mar.
Fueron juntos hasta el mar buscando a Pinocho, allí estaba sentando en los cayados, se sentía culpable de la mentira que había dicho. La hada escuchando se dio cuenta que ya estaba preparado para hacerlo un niño de verdad.
Pinocho privado de ser un niño de verdad no paraba de brincar. Enchumbado de sudor, volvieron a casa.

Fin

Vicky 4ºA! dijo...

Hola, yo encontré una página donde podemos ayudarnos para hacer el cuento.

http://personal.telefonica.terra.es/web/canaria/

Isabel, 4ºA dijo...

¡Chaacha! Te voy a contar una cosa que me dijeron el otro dio.
En aquel barrio vivía una piva que era un cañón, con su madrasta, una vieja arrugada con mucha mala uva. Esa mujer creía que era la más guapa de todas y su espejito siempre le decía lo mismo hasta que una tarde le contestó: -La más buenorra es Blancanieves.
La Bruja se cogió un mosqueo y una calentura tan grande que enseguida fue a buscar a Blancanieves a la casa de sus colegas para cogerla por el pescuezo.
Al llegar la mujer metió un chillido que retumbo por to’ el barrio, Blancanieves al escuchar ese estruendo se acobardó y se metió en un hueco muy pequeñito pero la madrastra la encontró de chiripa y la llenó de moretones enormes.
La muchacha estuvo un tiempo dolorida y en esos meses muchos de sus colegas fueron a visitarla para contarle todos los chismes, entre ellos un pivón que la dejo súper enchochada con unas palabritas.
Cuando se recuperó se fueron a vivir juntos y fueron muy felices en su chabola.

FIN

Paula 4º B dijo...

PINOCHO:
El carpintero Gepetto hizo un muñeco de madera al que puso Pinocho.
El muñeco empezó a hablar y a saltar, Gepetto ¡se quedó bobo!
El viejo le compró una maleta y libros y lo echó al colegio, con Pepito Grillo a cuesta que parecía un rabo pegado nada más que hacía hablar el muy plomo.
Pinocho prefería divertirse en el teatro de marionetas antes que ir al colegio.
El sanana del dueño quería llevarse a Pinocho, pero como quedó entripado de tanto llorar lo dejó que se fuera.
De vuelta al chabolo, se las piró con el zorro y el gato, dos ladrones.
Le llevaron al campo de milagros.
-Pinocho, si entierras aquí tus monedas aquí te harás rico.
Y como el tolete se lo creyó, pues entierra las monedas allí.
Al darse cuenta que era mentira se fue a casa.
Cuando vio a los niños que iban al mundo de los juguetes, se olvida de lo que había prometido y se va con ellos. Allí se volvió loco de tanto saltar y jugar, pero se convirtió en burro por no ir al colegio.
El muy aguaviva lloró hasta aparecer el hada madrina. Ella le devolvió su aspecto pero le advirtió:
- Cada vez que mientas te crecerá la nariz.
Entonces fueron a buscar a Gepetto ya que había desaparecido. En el mar la ballena se los tragó.
El alcayata de Gepetto estaba allí también escarranchado en el estomago de la ballena porque no podía salir.
Le hicieron cosquillas a la hasta que estornudó y los echó de su estomago pegajoso y sucio.
En la orilla el hada convierte a Pinocho en un niño de carne y hueso por aprender la lección. Entonces el muy tolete desde ese día más nunca volvió a mentir.

Angiie 4ºA dijo...

Érase una vez una ratita muy presumida que caminaba por el bosque y de repente se encontró una moneda de ora tirada en el suelo. La ratita no sabía que hacer con ella y empezó a pensar.
“Ya sé me compraré chucherías… uy no que me dolerán mis hermosas perlas. Pues me compraré pasteles… uy que me dolerá la barriga. Ya lo sé me compraré un lacito de color rojo para mi orejitas.
La hermosa ratita guardó la moneda y fue al mercado. La compró y regreso a su casita.

Al día siguiente salió a dar una vuelta para lucir su cinta. En eso que aparece el pájaro canario y le dice:
-Ratita guapa, ¿te quieres casar conmigo?.

Y la ratita le respondió:
-Arranca la penca anda, yo a ti no te quiero.

El pájaro se fue muy triste y apareció un conejito banco.
-Ratita guapa, ¿te quieres casar conmigo?.

Y la ratita le dijo:
-¡Échale mojo! , yo a ti no te quiero.

El conejito banco se fue muy decepcionado ya que pensaba que ya era hora de preguntarle a la ratita que quería si se quería casar con él. Cuando el conejito se fue, llegó un hámster bastante guapo y le dice:
-Ratita guapa, ¿te quieres casar conmigo?.

Y la ratita le respondió:
-Que va, estoy con el culo a dos manos.

El hámster muy enfado le dice:
-¡Estás bonita! Por ser tan creída te vas a quedar sola el resto de tu vida.

Al cabo de cinco años el pájaro canario, el conejito banco y el hámster pasaron por delante de casa de la ratita presumida con sus novias. La ratita descubrió que el hámster aquel llevaba la razón con lo que le había dicho de joven y la ratita se quedó solita pa` toda la vida.

Flavio 4ºA dijo...

EL arrugado mago de Gepetto fabricó un machangito de madera al que le puso el nombre de Pinocho.
Pinocho era majorero porque su madera viene de Fuerteveventura.
EL Gepetto mandó a Pinocho pa el colegio, Pinocho se puso a brincar, estava to’privado porque le gustaba el cole.Pero na más llegar no le gustò, porque Pinocho era un machete, le mandaban fleje de tarea, y el no la hacía y cuando la hacía lo hacía al revés el pepino.
Un día el maguan del barrio se rio de el porque era de madera, él se puso to’triste, cuando llego pa`su casa se echo a llorar, Gepetto le dijo que le paso y Pinocho lo mando al carajo, entonces Gepetto se enfadó y le dijo “llora, llora así meas menos”.
Pinocho se fue a sobar .Por la noche le despertó una Hada, y le dijo que le pidiese un deseo.
Pinocho deseó ser un pive de verdad, el Hada le dijo que ella hacía lo que él pidío pero cada vez que le hablara mal a Gepetto le crecería la chopa.
El hada desapareció y pinocho se dio cuenta de que era un niño de verdad.
Al día siguiente se lo dijo a Gepetto, lo celebraron juntos pero tuvieron una pelea, Pinocho le habló mal a Gepetto y le creció la nariz. A partie de ese día no le habló mal a Gepetto, por quesi lo hacía le llamarían narizú.

Eduardo 4ºB dijo...

Había una vez una muchacha preciosa que tenía una madrastra que siempre le daba por los besos con que tenia que barrer el piso, fregar la losa y la pobre con magua hacía sus tareas.

Un día decidió irse de belingo con sus amiguitas, las cuales eran muy confianzudas y sobiajosas. Fueron a la playa a coger burgaos, lapas con mucho geito y asi continuaron la labor aunque hubo un chipi-chipi y hacía un poco de pelete.

Cuando llegó a la casa la fachua de la madrastra le dio un fuerte macanazo. Siempre trataba a la muchacha como a un arretranco.

La pobre muchacha ya agoniada por el mismo guineo se escapo y nunca más volvió.

laurita 4B dijo...

Erase una vez, una ratita que era muy presumida con unas bembas muy gigantes. Un día estaba barriendo con el escobillón su casa con una calufa increíble, cuando le dio un boquinazo en todos los morros a su pibe, cuando algo en el suelo brillaba, era un paquete de chineguas.
La ratita lo recogió del suelo y pensó que podría hacer con ella y pensó en darle un fisco a su chinijo hermano, pero decidió echarse ella sola una embostada. Más tarde pensó que si se embostaba de muchas papas le dolería mucho la barriga, y disidió comprarse un lazo de color morado parejito a de su amiga Guacimara.
Cuando se encontraba con un fleje de chafija, disidió ir a por más, a la recova, cuando se encontró con el gallo carpintero del barrio, y le pregunto:

¿Tú que eres tan glotona te quieres casar con migo hasta que el millo nos separe?

La ratita respondió:

Que va verija, yo solo me casare con el más rico en pasteles y tu solo eres un pobre carpintero… y de repente se oyó un tortazo, y es que la ratita le pego al gallo en todo el totizo.

Después de unos días la ratita mu’ coqueta ella con su lazito morado se paseo por la plaza del parque y cuando llegó al banco de repente se le acerco el elefante músico y le pregunto:

¿Tú que eres tan glotona te quieres casar con migo hasta que el timple nos separe?

Y la ratita respondió:

¿Tú eres un singuango o qué? Yo solo me arrejuntaré con el que más pepitos tenga.
Al llegar la noche la ratita presumida se paseo por la discoteca donde estaba toda la gente rebujada del barrio cuando vio a lo lejos al león pastelero, cuando al darse la vuelta rápidamente le pregunto:

¿Tú que eres tan glotona te quieres casar con migo hasta que el sancocho nos separe?

La ratita respondió:

Mhhhhh..!! ¿Y tú que sabes hacer de comida?

Y el león respondió:

Pasteles , pepitos , millo y ser tocar el timple pero también hago chineguas, aunque el último paquete se me cayó en el suelo…

Entonces la ratita presumida, sin dudarlo ni un momento decidió que él era el adecuado y se casaron hasta que los pasteles, los pepitos, el millo, los paquetes de chiguas y el sonido del timple se interponga.

Y con dulce dijo:

Vaya bisne!!!

ELENA 4ºA dijo...

Pinochiando

Érase una vez, en un lugar pa'llá pa'l quinto pino había un hombre llamado Gepetto, él era muy propenso a ageitarse inventos. Le gustaba mucho alegar con sus vecinos en las tardes de todas las estaciones del año. Un día, se alongó a la ventana para que Juanillo le trajera un fisco de beterradas, bubango, arvejas y bizcocho. Cuando Juanillo se lo trajo, Gepetto se dispuso a comer. Entonces, Gepetto estaba muy arrequintado y añugado y no podía ni tragar. Al final lo arrojó todo, pero aún así se sentía abollado. Se sentía sólo comiendo, entonces tuvo una idea, para sentirse acompañado a la hora de la comida, decidió construir un muñeco de madera. Por la noche, hacía una calufa increíble y Gepetto estaba con su cachimba pensando en cómo iba a construir su muñeco de madera, y como le iba a poner de nombre. Decidió ponerle Pinocho. Pinocho era un muñeco de madera, pero por la noche vino a su casa un desempercutido que lo hizo un chinijo desinquieto que le gustaba embostarse a chuletada. Todos los días andaba al colegio con un frangollo para comérselo en el recreo. Cuando salió, fue a coger la guagua pa’ su casa cuando un chiquillo mayor lo invitó a una garimba y un par de gueldes. Pero Pinocho se sentía jareado y no quiso arrejuntarse con aquel chiquillo laja ni jugar con sus boliches. Así que Pinocho prefirió irse a la playa a coger burgados y cabosos. Al llegar a casa, Gepetto engulló los burgados, pero le hechó la bronca a Pinocho, porque los cabosos no sirven para nada. Pinocho se enfuló con Gepetto y le dijo que él era un cachanchán y que sus cachivaches no servían para nada. Gepetto respondió pegándole un cachetón y quitándole su colorin preferido, Pinocho se piró de su casa. Pinocho se sentó en la pinocha con un pisco de peya y apareció un pive sorullo con una sopladera en la boca. El chiquillo le dijo a Pinocho que si le pedía un deseo a la sopladera, ésta lo concedía. Pinocho deseó que a Gepetto le gustaran los cabosos y eso hizo. Fue a ca' Gepetto otra vez, y Gepetto tenía mucha jalla y estaba jartándose a cabosos. A partir de ahí, todos los días del mundo, Gepetto y Pinocho iban a la playa a pescar cabosos y burgados para comer por la noche. Fueron felices y comieron un fleje peya gofio.

Unai 4º A dijo...

El pibe de madera:
Había una vez un carpintero llamado Gepetto, que fabicó un chiquillo de madera, y le quedo tan maqueado que le puso nombre: Pinocho.

Pero de repente el muñeco se empezó a mover y a paliquear como un loro.
Gepetto se quedó flipado, y muy privado le compró fleje cosas y lo mandó colegio.
Para que no fuera solo, lo acompañó un grillo para darle consejos cremas.
El pibe estaba mosqueado y extrañado ya que nunca había salido a la calle.
De camino a la clase, vió a dos coleguitas que lo liaron y se fué con ellos a fugarse de clase. El grillo le plantó la mosca y le dijo que no fuese, pero el sin escucharlo salió echando leches.
El grillo se quedó flipado y fleje asustado por lo que le dijera Geppeto.
Volvió a fondo a decírselo a Gepetto.
Se lo contó y no se lo podía creer, ya que le había cogido fleje cariño al renacuajo.

Pasaron tres semanas y ya ninguno de los dos pensaban que encontrarían al pequeño Pinocho.
Pero una tarde de verano volvió todo matado y con todo su cuerpo de madera negro como un cazón. El viejito se privo fleje y corrió hacía el y lo abrazó y le pregunto que donde estaba.
Pinocho estaba fleje arrepentido y pidió perdon al viejo y al grillo.
Contó lo que le pasó en todo el tiempo que no había estado.
Pero Gepetto se fijó de una cosa, que tenía la nariz un cachazo más grande.
Pinocho le dijo por lo que fue, al parecer había dicho muchas mentiras y un hada le dijo que volvería a casa pero cuando contara alguna batalla, le crecería la nariz de golpe.
Gepetto estaba flipando, pero a la vez estaba privado de que ya el enano estuviera de vuelta.


FIN

Désirée 4ª B dijo...

En una mañana sin panza de burro, un pivón de pata empollaba sus huevos y mientras lo hacía, pensaba en los chichillos fuertes y preciosos que ahora mismito iba a tener. De pronto empezaron ha abrirse los cascarones. A cada cabolo que salía, el corazón le latía con fuerza. Los patos empezaron a esponjarse mientras piaban a coro. La madre los miraba, eran to´os tan monos, únicamente, había uno que era más feo que un erizo de mar.

Con el tiempo, empezaron a crecer y aprendieron ha hacer sus quehaceres. Cada día los patos se volvía más bonitos de cara, excepto el último en nacer, seguía siendo feo y rechoncho. La madre pata vió como los otros patos azoraban al pobre pato. Acabaron llamándole patito feo, hasta sus propios hermanos.

El pato cogió carretera y manta cuando todos fueron a dormir. Se atorró en un molino junto a unas gallinas. Después de un tiempo, le empezaron ha llamar patito feo otra vez, incluso el gallo se ponía gallito. Una noche oyó a los dueños decir: “Chacha, Paca ese pato está fondón tendremos que matarlo”. Las patas del pato le llegaban al culo de los rápido que salio de allí.

Durante el invierno estuvo juanlanando de un sitio para otro sin encontrar dónde vivir, ni con quién.

Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su escondrijo para estirar las patas. De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cogote largo, y el pato se acopló entre ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó asombra’o, ya que nadie nunca se había hecho tanto jolgorio de verlo. Todos los cisnes se rejuntaron y lo aceptaron. Él no sabía que le estaba pasando: de pronto se alongó pa’ verse en el agua y fue así como descubrió que era un cisne precioso. Desde entonces vivió feliz y muy contento con su nueva familia.

Betsaida 4ºb dijo...

LOS PATITOS FEOS
En una hermosa tarde de verano, una pata empollaba y mientras lo hacía pensaba en sus hijos. De pronto se abrieron los cascarones. La pata estaba impaciente y los patitos también, impacientes por novelear de aquella cáscara. La madre los miraba con preocupación y tristeza, todos los patos, menos uno eran raros, gordos y feos. Pasó el tiempo y los patitos empezaron a empelecharse y aprendieron, con ayuda de su madre a buscar gusanos entre las hierbas, nadar y margullar. Pero había un problema cada día eran más feos, situación que a su madre no le alegraba. Únicamente aquel que nació el último iba con aires de alpispita y era cada día más hermoso. Todo el mundo que pasaba los miraban con rareza. El vecindario los empezó a llamar los "patitos feos" y hasta su hermano los despreciaba. Los patitos se sentían desgraciados, sólos y decidieron marcharse. Cuando fueron a dormir, ellos se escondieron entre las hierbas y comenzaron su camino hasta llegar a una hermosa casa y divisar a lo lejos a una muchacha alimentando a sus gallinas. Al principio no hubo muestras de desprecio hacia aquellos patos pero con el tiempo empezaron a manifestarse. Los patitos cansados de ese relajo emprendieron un nuevo camino hacia un destino desconocido. Caminando, nadando y buceando llegaron a una llanura en al cual se encontraban muchos cisnes alegando. Los patitos asombrados decidieron arrebujarse a ellos. Los cisnes al verlos se contentaron y los rodearon como muestra de aprecio. Los patitos agradecidos empezaron a saltar de alegría. No sabían lo que les estaba pasando y la reflejarse en las hermosas aguas cristalinas contemplando sus rostros se quedaron atónitos, se habían convertido en preciosos cisnes.

Patricia Santana 4º A dijo...

¡Hola!

Título: Dos Guayabillas y un acoplado.

Ahí más allá, una piba llamada Cenicienta que vivía en un hermoso chosa. Tenía sus sirvientas, dos hermanas con carácter novelero, estaban todo el rato de palique entre ellas que cada vez que se quedaban solas en la habitación de Cenicienta, ellas cogían sus trajes y cholas que, aun encogiendo los ñoños, les quedaban chicas.
Un día apareció por el caserón un domador de caballos de físico petiseco, con playeras destrozadas y cara de simplón.
Nada más entrar por la puerta, el sokete mal hablado vio una cocinera y le pidió una peyita de gofio escaldado y un platito de sancocho porque tenía gilorio. La cocinera le dijo: no se acople al tenderete que preparé. Cenicienta al ver al pobre desagallado, le dijo a la cocinera que le pusiera el platito de sancocho y que se lo comiera todo al golpito.
Cenicienta lo miraba con cara de bobiar pero él no se daba cuenta del pibón que era Cenicienta, solo miraba al sancochito rico. Él no sabía dónde estaba ni quién era esa gente.
Ante el guineo de hombre que participó de forma acoplada a la cena la cocinera sin querer le dio un macanazo con el caldero y todos se rieron.
Al día siguiente, el muchacho se encontró con una de las sirvientas de Cenicienta y al ver la cara de tollo que tenía la guayaba difícil de mirar se enchochó de ella y se la llevó de belingo esa misma noche pero ella que era frutita al aire cuando quería, quiso cenar en algún bochinche elegante donde Cenicienta iba todas las noches. Sabiendo la sirvienta que la guayabilla de Cenicienta andaría por el bochinche, quiso ponerla celosa saliendo con el simplón del sancocho, claro está que Cenicienta iba a amularse y empezó a paliquearse a un pibón que, casualmente, estaba esa noche allí. Resultó que se pibón le gusto tanto que, al siguiente día, se casó con él y tuvieron muchos chiquillos, al igual que su sirvienta con el sokete.

Patricia dijo...

Perdón, quería decir al principio del cuento: en una hermosa chosa

Bárbara Mentado 4ºA dijo...

Cenicienta:
Había una vez un pivonazo que no tenia padres, sino madrastra, una viuda malamañá con dos hijas que eran unos callo.
Ella era la que se curraba lo más duro de la choza y por eso sus vestidos siempre estaban desmangallados, la pivita se llamaba Cenicienta. Un día el que más mandaba en aquel lugar empezó a contar una batalla, diciendo que iba a hacer una verbenita e iba a invitar a todas las coleguitas solteronas del barrio.
Tú Cenicienta, te aguantas en casita – dijo la madrastra- Te quedarás baldiándome el piso y preparándonos el papeo pa’ la noche, pa’ jartarnos como cochinas. Cuando sus hermanas fueron pa’ la verbenita no dieron una muestra de amargos chochos y subieron a la guagua sin atorrarse. La muchacha se fue pa la cocina to’ amulada y empezó a coger los calderos para hacer las papas arrugadas y la pella de gofio.- ¡Chacho¡ me tienen la vida obstiná, las amargadas estas –dijo-.
Por la cara, apareció su hada madrina, que estaba dándose una vueltita por el barrio.- ¡Mi niña!, no te mosquees- le dijo su coleguita-. Yo te llevaré a la verbena, pero pa’ eso, tienes que jeringarte y salir pitando cuando el reloj de la iglesia de las 12 campanadas. Y tocándola con su varita mágica la dejó to’ empercha.
Cenicienta llego a la verbenita y se quedaron todos flipando. Cuando el rey la vio se le pusieron los ojos como chernes y bailó con ella toda la noche. ¡Pa que fue aquello¡, sus hermanastras se mosquearon fleje y se cogieron un bufo aunque no sabían quien era aquella chiquilla.
Cuando ya Cenicienta estaba toda motivada, escuchó el reloj de la iglesia. -¡Ños, tengo que salir pitando!- dijo,- ¡Vale, déjate ver¡- dijo el rey-. Le llegaron las patas al culo y mientras bajaba los escalones perdió una de sus pisamierdas, pero por suerte el rey la recogió y se puso a dar esperridos, pero Cenicienta ya se había subido a la guagua. El rey se quedó marcado con aquella muchacha y siempre estaba mirando su pisamierda mientras le daba vueltas a la cabeza para poder encontrarla.
Un día, mientras se comía un platanito en el banco de la plaza, le vino la luz y se fue con sus primos por to’ el barrio a buscar a una muchacha a la que le sirviera la pisamierda y esa se casaría con él. Le probó la pisamierda a montones de chiquillas pero no sirvió pa’ na porque a ninguna le entraba.
! Menos mal!, después de haberse comido la merendola y descansar un poquito, llegaron a casa de Cenicienta y como ya se sabía, le entró de remplón y mandó a mudar a sus hermanas que se encochinaron fleje.
Y como no, el rey y Cenicienta se arrejuntaron y se les fue la baifa debido al amor.

Guacimara: me gustaria que me dieras una valoracion personal sobre mi historia, que no hables en general. Un beso.

Cristina Arencibia 4ºA dijo...

Los tres cochinitos

En el centro del bosque pa’ ya arriba pa’ la montaña dormían tres cochinos que eran hermanos de sangre. El lobo siempre los buscaba pa’ engullírselos. Pa’ huir del lobo, los cochinos se construyeron una chavola.

El cochino chico se hizo una choza de paja, pa’ terminar pronto y poder largarse a hacer mataperrerías. El hermano del medio levantó una choza de madera. Al ver que su hermano chico había terminado, la hizo echando chispas pa’ marcharse a hacer gamberradas con él. El más grande trabajaba en su chavola de ladrillos. – Ya verán lo que hará el lobo con la chavola de ustedes- le dijo a sus hermanos mientras ellos se estaban divirtiendo a muerte.

El lobo salió echando leches detrás del cochino chico y él salió pitando hasta su choza de paja, pero el lobo echó aire y echó aire y la chavola de paja se desplomo. El lobo también persiguió al cochino por el bosque, que no paró de correr hasta esconderse en la choza de su hermano el del medio. Pero el lobo otra vez echó y echó aire y la chavola de madera se calló. Los dos cochinos salieron por patas de allí. Casi sin poder respirar, con el lobo oliéndoles el culo, llegaron a la chavola de el hermano más grande. Los tres se metieron dentro y cerraron bien las puertas y las ventanas.
El lobo se puso a chismorrear por la choza, buscando alguna rendijilla por donde entrar. Con una escalera súper grande llegó al techo, pa’ meterse por la chimenea. Pero el cochino más grande puso en el fogón un caldero con agua hirviendo y se quemo to’ el culo y con la misma salió por la chimenea pa’ rriba pegando unos esperrios que se oyeron en todo el bosque. Se dice que el lobo nunca más comió cochino.

Miriam Rivero 4ºA dijo...

Tres cochinitos colegas decidieron molestar al pobre lobo solo pa' descojonarse de él, esto un día que pasaron por su choza y lo que se les ocurrió a los jodios fue quemarle la casa. El lobo, que era un poco guanajo, se puso a soplar y lo único que hizo fue empeorarlo más, así que salió de su chabola y, echando esperridos, corrió a llamar a la poli. La policía cogió a los bandios y se los llevó pa' la cárcel. Al lobo le regalaron otra choza y se casó con una loba, un poco cabosa, pero bueno, no podía conseguir más.
Los cochinitos salieron de la cárcel y nunca más volvieron a hacer perrerías.

FIN

adriiana! dijo...

Hola, lo siento por no enviarlo ayer pero es que tengo un problema con mi módem y ahora le pedí el favor a mi vecina. Pero lo tenía hecho, y ayer lo vio Guacimara.

Hubo una vez una chiquilla que estaba t’o buena, que cuando pasaba por cualquier lado dejaba a todos con la baba en la boca. Ella no tenía padres, tenía una madrastra que era una bruja asquerosa y que lo único que hacía era incordiar a la pobre chiquilla, además, la niña tenía dos hermanastras que además de feas, eran pésimas, horribles, engreídas y antipáticas, y tampoco que se llevaban bien con ella.
Cenicienta, Cenicienta-, no paraban de llamarla, -limpia esto, lava aquello, recoge eso, cóseme esto, Cenicienta…, sí la pobre muchacha no se compraba nunca ropa, no se hacía capricho alguno y es que toda la riqueza de su padre se la quedaron las otras tres y la tenían como a una sirvienta. Ella no se llamaba de tal manera, pero de tan sucia que tenía su ropa la terminaron apodando así. Un día el rey de aquella isla Canaria invitó a todas las chicas que pudieran ser su futura esposa a un baile en su gran casa.
Cenicienta, - tú no irás- le dijo su madrastra. Cenicienta estaba realmente triste pero a pesar de ello, la desobedeció y en los pocos minutos que le quedaban libres, cogía los rejos que a sus hermanastras no les servían y se hizo un bonito vestido, aunque para mucho no le sirvió porque cuando se lo estaba probando, entraron sus hermanastras, la vieron y por toda la cara, se lo arrancaron a tirones.
De repente, apareció el Hada Madrina y le dijo a Cenicienta, no estés triste, la vida son dos días y uno te lo pasas durmiendo, ¿Qué quieres pasarte el otro, llorando? Cenicienta abrió los ojos y sonrió, pero no sirvió para nada. El Hada Madrina, le pegón un tirón del brazo y se la llevó corriendo a su casa. Allí, habían muchísimos vestidos y al final, ella escogió uno color turquesa, el Hada Madrina, le prestó unos taconazos, deslumbrantes y la maquilló tan bien que Cenicienta empezaba a estar feliz, pero todo esto con una condición Cenicienta- dijo el Hada Madrina, -que me devuelvas todo antes de las doce.
La presencia de Cenicienta en el Castillo formó tal revuelo que al entrar en el salón del baile el Rey la miró y cayó rendido a sus pies. Bailaron toda la noche y nadie, ni siquiera sus hermanastras o su madrastra supieron que se trataba de ella, la verdad estaban todos embobados menos las chicas, que de la envidia que tenían echaban pestes de ella. Al sonar las campanadas de las doce, ella se dio cuenta de que debía salir pitando del baile y con tanta prisa lo hizo que ni le dio su número al Rey. Atravesó corriendo el salón y bajó con tanta prisa las escaleras que se le quedó un tacón atrás.
Cuando el Rey intentaba alcanzarla, se dio cuenta del tacón y se paró a recogerlo y dijo, a la tía buena que le quede bien este tacón, le daré en t’o los morros un beso y me casaré con ella. Sus criados estuvieron buscando a esa guapísima chica pero nada, a algunas les quedaba muy grande, y a otras les quedaba muy chico y a las que parecía quedarles bien, se daban cuenta de que estaban incómodas pero para disculparse decían “Para estar bella, hay que ver las estrellas”. Ni eso hizo que el Rey se lo creyera.
Cenicienta era la única en toda la isla que quedaba por ponerse aquel tacón, sus hermanastras también se lo habían puesto; pero de nada sirvió. Cuando Cenicienta se lo puso, todos en aquella casa quedaron embobados, perplejos, estupefactos, anonadados, con la baba casi rozando el suelo. El Rey sin pensárselo dos veces, la agarró del brazo, le dio un tirón y le comió los morros de tal manera que ella sin dudarlo se fue con él a su Castillo. Y como este cuento ha llegado a su final, queda decir que el Rey y Cenicienta fueron felices y comieron perdices.

adriiana!! dijo...

Lo siento, tenía un par de errores pero ya están corregidos.

Hubo una vez una chiquilla que estaba t’o buena, que cuando pasaba por cualquier lado dejaba a todos con la baba en la boca. Ella no tenía padres, tenía una madrastra que era una bruja asquerosa y que lo único que hacía era incordiar a la pobre chiquilla, además, la muchacha tenía dos hermanastras que además de feas, eran pésimas, horribles, engreídas y antipáticas, y tampoco se llevaban bien con ella.
Cenicienta, Cenicienta-, no paraban de llamarla, -limpia esto, lava aquello, recoge eso, cóseme esto, Cenicienta…, sí la pobre muchacha no se compraba nunca ropa, no se hacía capricho alguno y es que toda la riqueza de su padre era p’a las otras tres y la tenían como a una sirvienta. Ella no se llamaba de tal manera, pero de tan puerca que tenía su ropa la terminaron apodando así. Un día el Rey de aquella isla Canaria invitó a todas las chicas que pudieran ser su futura esposa a un baile en su gran casa.
Cenicienta, - tú no irás- le dijo su madrastra. Cenicienta estaba realmente triste pero a pesar de ello, la desobedeció y en los pocos minutos que le quedaban libres, cogía los rejos que a sus hermanastras no les servían y se hizo un bonito vestido, aunque p’a mucho no le sirvió porque cuando se lo estaba probando, entraron sus hermanastras, la vieron y por toda la cara, se lo arrancaron a tirones.
De repente, apareció el Hada Madrina y le dijo a Cenicienta, no estés triste, la vida son dos días y uno te lo pasas durmiendo, ¿Qué quieres pasarte el otro, llorando? Cenicienta abrió los ojos y sonrió, pero no sirvió para nada. El Hada Madrina, le pegó un tirón del brazo y se la llevó corriendo a su casa. Allí, habían muchísimos vestidos y al final, ella escogió uno color turquesa, el Hada Madrina, le prestó unos taconazos deslumbrantes y la maquilló tan bien que Cenicienta empezaba a estar feliz, pero todo esto con una condición Cenicienta- dijo el Hada Madrina, -que me devuelvas t’o antes de las doce.
Que Cenicienta estuviera en el Castillo formó tal movida que al entrar en el salón del baile el Rey la miró y cayó rendido a sus pies. Bailaron toda la noche y nadie, ni siquiera sus hermanastras o su madrastra supieron que se trataba de ella, la verdad estaban “to’s” embobados menos las chicas, que de la envidia que tenían echaban pestes de ella. Al sonar las campanadas de las doce, ella se dio cuenta de que debía salir pitando del baile y con tanta prisa lo hizo que ni le dio su número al Rey. Atravesó corriendo el salón y bajó de dos en dos las escaleras con tal mala suerte que se le quedó un tacón atrás.
Cuando el Rey intentaba alcanzarla, se dio cuenta del tacón y se paró a recogerlo y dijo, a la tía buena que le quede bien este tacón, le daré en t’o los morros un beso y me casaré con ella. Sus criados estuvieron buscando a esa guapísima chica pero nada, a algunas les quedaba muy grande, y a otras les quedaba muy chico y a las que parecía quedarles bien, se daban cuenta de que estaban incómodas pero para disculparse decían “Para estar bella, hay que ver las estrellas”. Ni eso hizo que el Rey se lo creyera.
Cenicienta era la única en toda la isla que quedaba por ponerse aquel tacón, sus hermanastras también se lo habían puesto; pero de nada sirvió. Cuando Cenicienta se lo puso, todos en aquella casa quedaron embobados, perplejos, estupefactos, anonadados, con la baba casi rozando el suelo. El Rey sin pensárselo dos veces, la agarró del brazo, le dio un tirón y le comió los morros de tal manera que ella sin dudarlo se fue con él a su Castillo. Y como este cuento ha llegado a su final, queda decir que el Rey y Cenicienta fueron felices y comieron perdices.

Bárbara Marrero 4ªA dijo...

2ª) Les voy a dejar aquí mi cuento, pasa a mi canario y perdón por el retraso peor me ha sido imposible subirlo antes. Gracias, y disculpen las molestias.

Cenicienta:

Hubo una vez una pibita muy guenorra que no tenía viejos, sino madrastra, una pureta antipática con dos hijas más feas que un ocho.
Ella era la única que limpiaba la choza y como sus trajes siempre estaban todos asquerosos de ceniza, todos la llamaban Cenicienta. Un día el que más meaba de aquel país anuncio que iba a dar una fiesta de la vida, a las que iba a invitar a todas las solteronas del reino.
Tú, Cenicienta no iras. – Dijo la pureta-. Te quedaras en casa pringando, haciendo tus tareas y preparándonos la comida para la noche. Llegó el día del fiestón y Cenicienta se quedó hecha polvo cuando vio que sus hermanastras se iban para la fiesta.
Cuando no había ni un alma en la cocina, no pudo aguantar el coraje. ¿Por qué me tiene que pasar todo lo malo a mi?-exclamo-
De pronto se le apareció su hechicera. No te amargues –exclamo la hechicera- Tu también podrás ir al botellón, pero una cosa te digo, que cuando el reloj del palacio marque las doce en punto tendrás que regresar a la keli. Un Cuando le hecho el hechizo, se convirtió en una súper modelo.
La llegada de Cenicienta al Palacio hizo que todos fliparan en colores. Al entrar a la pista de baile, el que más mandaba se quedo asombrado y bailo con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quien seria aquella pibita tan guapa.
En medio de todo el cotarro, Cenicienta escucho la alarma del móvil que le avisaba de que ya eran las doce en punto.
_ ¡Chacho, me las piro!-Exclamo-. Rápidamente atravesó el salón y bajo las escaleras dejando atrás un espargata en su huida que el pibe la recogió asombrado. Para encontrar a la guenorra, el pibe ideo una estrategia. Se arrejuntaría con la chica a la que le entrara la espargata. Envió a sus colegas a buscarla por todos los lados. Las chiquillas perdieron el tiempo, pues a ninguna les quedó bien.
Al final llegaron a casa de Cenicienta, y a las chungas no les quedo bien, pero cuando se lo jinco Cenicienta, vió que le entro a la primera. Y por fin fueron novios y se alquilaron un piso.

Caaaaaaaaaaaaaaaathy dijo...

NO ME DEJABAN SUBIR ANTES EL CUENTO NO SÉ PORQUE ,PERO BUENO MÁS VALE TARDE QUE NUNCA :)

los tres cochinos y el soquete del lobo.

En el centro del bosque vivían tres cochinos que eran hermanos. El lobo siempre andaba de pejiguero para comérselos. Los cochinos se hicieron cada uno una chabola para huir del jodio lobo.
El pequeño se la hizo de paja, pa’ terminar antes y así irse a jugar a las canicas. El mediano se hizo una choza de madera con el turbo en el culo, pa’ irse a jugar con su hermano. El mayor trabajaba en su chabola de ladrillos. Sus hermanos al verle le dijeron que tolete deja de hacer las cosas al golpito y has una como nosotros y acabarás antes y así podremos jugar los tres.Pero el le consteto -ya verán lo que hará el lobo con la chavola de ustedes.
El lobo salío echando leches detrás del cochino pequeño y él salió pintando pa’ su choza de paja,pero el jodio lobo el lobo echó aire y echó aire y la chabola de paja se desplomo.El cochino salío disparao corriendo por el bosque hasta la choza de su hermano el mediano,pero el lobo lo persiguió y otra vez echó y echó aire y la chabola de madera se hizo trizas. Los dos cochinos salieron to’s cagados de allí, llegaron a la chabola del hermano mayor to’s asfixiaos. El sarandajo del lobo se puso a echar y echar aire a la casa de ladrillos pero el conejo le riscó la perra porque la casa no se caía, el lobo al ver que así no conseguía na se puso a chismorrear por los alrededores de la casa y los cochinos eran mirándolo por una rendija de la ventana y el cochino pequeño le dijo estas bonito porque jamás no cojeras jodio soquete .Y ya el lobo con mal tabefe escalo por un árbol y salto al tejado de la casa y entro por la chimenea pero se llevo una sorpresa al desender por ella ,que los cochinos le avían hecho una pequeña fogata así que el jodio lobo se quedo negro como un cazón y to achicharrado y ya no hubo más problemas en el bosque para los tres cochinos.

Claudia Domínguez, 4ºA dijo...

Ahí más allá, había un guayabito de ratita muy echadora, que estaba escobiando su casita con mucho geito, cuando de remplón ve algo con mucho brillor en el suelo… una monedita de oro.
La ratita la repañó del suelo y pegó a pensar qué compraría con aquellas perrillas.
“Ya sé me compraré una rapadura…uy no, que me añulgaré y me darán picadas en la panza. Pues me compraré bienmesabe dulcito, uy no, que me empancharé y me empegostaré toda. Ah ya lo sé, me compraré un lacito encarnado para mi rabito.”
La guayabita de la ratita se guardó su moneda en el bolsillo y arrejundió para ir al mercadillo. Una vez allí le pidió al ventero un cachito de cinta encarnada. La compró y como un reguilete volvió a su casita.
Al otro día, ende que la ratita echadora se levantó, se espichó su lacito en la colita y se alongó en el balcón de su casa. De remplón, aparece un gallo empelechado y le dice:
“Ratita tú que eres una guayabita, ¿Quieres ser mi pretendienta?”
Y la ratita le respondió: “No sé, no sé, ¿tú antes de sobar qué runruneo haces?
Y el gallo le dice: “quiquiriquí”. “Ay no, no quiero ser tu pretendienta, porque me asustas con esos esperridos.”
El gallo salió escopetiao y apareció un perro que le dijo: “Guayabita, guayabita ¿quieres ser mi pretendienta?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿tú antes de sobar qué runruneo haces?”. “Guau, guau”. “Ay no que ese runruneo me deja asorimbá”.
Se fue el perro apaguatado y al golpito apareció un cerdo: “¿Guayabito de ratita quieres ser mi pretendienta?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú antes de irte a sobarla qué runruneo haces?”. “Oink oink”. “Ay no, contigo no, que ese ruido es muy majadero”.
El cerdo arrancó la penca muy asorado y a esto que llega un gato canelo, y le dice a la ratita: “Ratita tu que eres tan hermosita ¿quieres ser mi pretendienta?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿tú que runruneo haces por las noches antes de planchar la oreja?”. Y el gatito con voz empalagosa y muy pachorriento le dijo: “Miau, miau”. “Ay sí, quiero ser tu pretendienta, porque tú no eres tan pejiguera como los demás”.
Y como dos reguiletes, más contentos que una pianola, se casaron la ratita echadora y el gatito canelo. Los dos juntos fueron felices, se jartaron de comer perdices, tiraron voladores, y colorín colorado este cuento se ha acabado.

PD: Siento no haberlo podido subir antes, pero conocía muy pocas palabras y necesité la ayuda de mis bisabuelos, por esto tardé un poco más. Gracias.

Aday 4ºB dijo...

Los tres cerditos:
En el bosque vivían tres cerditos los cuales le tenian mucho coraje al lobo que vivia justamente en el centro del bosque,el lobo tuvo que construirse una casa bien resistente ya que los tres cerditos estaban constantemente persiguiendole.Cuando el lobo se metía en la casa los cerditos soplaban y soplaban para derribar su casa pero con sus pequeños pulmones y el lobo muy listo construyó la casa de bloques.Los cerditos al ver que no podian derribarla la impotencia se apoderaba de ellos y les llevaba a

Aday 4ºB dijo...

decir cosas como...sal pa fuera que te voy a rompe tol jocico o tambien solian desirle venga pringao sale pa darte un palo en el culo y dejartelo encarnao..y así cada dia.Hasta que el lobo un dia le echo huevos al asunto y se mandó a los tres cerditos a partir de ahi vivió tranquilito y murió de viejo.

FANI 4ºB dijo...

Me ha sido imposible subirlo antes.


En un sitio pa’ ya pal carajo una tía llamada Blancanieves, tenía una madrastra que se creía la guapa, siempre le preguntaba al espejo chacho tú ¿quien es la más guapa eh?. El espejo siempre le decía que la más guayaba era ella, hasta que un día le dijo chacha tú, que eres fea, la buenorra es Blancanieves. La tía se cogió un empute de mucho cuidao y llamó a tu lame culos para que fuera a cargarsela, a él le dio pena y se cargó a un jabalí.
La tía salió como alma que lleva el diablo, to’ lloroza llegó a una choza muy guapeada, silvo y salieron sietes enanos feos como monos, y le dieron cobijo. La tía según vio las camas se echó y se quedó sobada.
La madrasta de Blancanieves le preguntó al fachento espejo, tú otra vez, ¿quién es la tía más guapa, buenorra y chula del mundo?, el espejo muy tonto le dijo, Blancanieves, que ahora está en el bosque con siete tipejos enanos. La vieja to’ regañá se disfrazó de vieja aunque ya lo era, y se fue con una manzana to’ podría a darsela ella, muy tonta se la comió y se calló desplomá pal piso. Los enanos no estaban allí, cuando vinieron se encontraron con aquella tonta en el suelo pensado que la había palmao le hicieron una urna, pa’ que todos los bichos del bosque la vieran. De remplón aparece un tío buenorro montado en un caballo que que la coge por la nuca y me pega un morreo, que la pobrecita se despertó del golpe, se casaron fueron felices y comieron jabalices

Noemy 4ºA dijo...

Yo estoy en el grupo de Adriana y Sara, lo que mi compañera Adriana no puso mi nombre en el comentario. GRACIAS :)